Para terminar el año como empezó... no podía faltar un toque de prisa, unas gotas de estrés, un puñado de agobio y una pizca de buen humor.
Ayer todo estaba organizado para que Pablo se llevase los informes y demás papeles a la oficina para escanearlos (así si alguno se perdía siempre estaría una copia a salvo) y fotocopiarlos, con la idea de bajarlos hoy a Comunidad de Madrid. Así dejábamos todo entregado en este 2010. Nos recomendaron que era mejor dejarlo todo listo en el ejercicio de este año, por si luego hubiera algún cambio de ley o de cualquier cosa difernte en 2011.
Me levanté teléfono en mano para asegurarme el horario de apertura de Gran Vía 14 (donde debíamos entregar los papeles). Imaginando que igual por ser día 31 cerraban antes. El horario habitual el de 9 a 14 (por cierto muy amplio y cómodo para compaginarlo con el trabajo de cualquiera).
Por supuesto comunicaba el dichoso número, pasé la mañana pegada al teléfono, llamando cada 5 minutos y escuchándo el cálido contestador del IMMF (Instituto del Menor y la Familia, donde hay que dejar los papeles). Estaba empezando a echar humo, llevaba llamando desde las 9, cuando a las 11.20 una amable señorita delcogó, por fin, el auricular.
¡Casi había olvidado para lo que llamaba! Conseguí articular palabra dando un rodeo para darle los buenos días y así ganar tiempo... (¡¿Para qué narices llamaba yo?!, ¡ah, sí! el horario de mañana). La amable señorita me comunicaba que el 31, por ser fiesta (¿fiesta?) no abrían.
Así que llamé a Pablo, que no cogía el móvil, tres veces seguidas, mientras ideaba un plan. Vale, no pasa nada, a ver qué hora es... las 11.30, no cierran hasta las 14. Me da tiempo a irme a Coslada (donde él trabaja), cojo los papeles, me los llevo al mismo centro de Madird (día 30 de diciembre, todo atascado, parking completos...) bueno, total, sólo vivo en ... ¡¡¡Las Rozas!!!
Eso claro está, si cuando llego aún hay numerito para que me atiendan... Necesito darme mucha prisa, mientras lo pienso voy entrando en la ducha. Una mano se queda fuera porque tengo el teléfono, que como digo está marcando sin cesar el número de Pablo. Claro, porque y si Pablo ha ido a visitar a un cliente y no está en la oficina... ¡ah, no, no no! No vamos a pensar eso.
Mientras tanto Pablo me devuelve la llamada y le informo del plan, aprovecho el momento para calzarme las botas con una mano, cojo el bolso con la otra y sujeto el teléfono con la mitad de mi cara. "No, no, no", me dice "te llamo en 5 minutos, que voy a pensar otra solución".
¿Pensar? ¡¡¡Pero si no hay tiempo!!! ¡¡¡Qué con el tour que me espera no hay momento para idear!!!
Voy saliendo de casa, sin saber ni la dirección de la oficina de Pablo, total todos los caminos conducen a Roma, ¿no?, y sigo llamado a Pablo, que no lo coje. Por fin le oigo decir: " Nos vemos en el parking de siempre en 20 minutos. Te llamo en un momento". ¿Parking de siempre? ¿20 minutos? ¡Pero con quién habla! ¡¡¡Cuál es ese parkiiiiiing!!!
Con cara de loca de atar, muy habitual en mí, por cierto, con mil bolsas en las manos y las llaves en la boca, me dirijo a mi coche, sin saber bien a donde iba.
Mientras voy saliendo... Pablo llama y me explica que estaba en la oficina y no podía hablar, que vaya a Gran Vía, que él va también desde Coslada, nos vemos en cerca del parking donde hemos aparcado otras veces y me pasa todos los documentos. Él se vuelve corriendo a la oficina y yo me quedo en el IMMF para entregarlos. Me parecía un poco de peli de 007, pero acepto.
¡Oh, dulce Madrid a 30 de diciembre! Precioso paseo desde las Rozas al centro atascado de Madrid, la marabunta de gente de compras inundando la calzada, con huelga de UGT incluida por el camino.
Evidentemente nos dan las mil y monas y el corazón empieza a ir a ritmo rápido y descompasado, no llegamos, no llegamos. Pablo llama, el parking donde yo pretendía dejar el coche está completo. Bueno, pienso, pues ahora sólo hay que ver... ¡¡¡cómo bolsillo me meto el coche en el bolsillo!!!
Histérica porque no avanzaba ni un metro con el coche, porque Pablo ya había llegado, porque yo aún consiguiendo llegar, debía reducir mi coche con mis superpoderes hasta que me cupiera en un bolsillo... recordé las cálidas palabras de Pau, mi hermana pequeña... "es que a Madrid es mejor bajar en transporte público". ¡¡¡¿Trasporte público?!!! Desde Las Rozas!!!
Otra llamada, a todo esto, toda la policía de Madrid presenciando el espectáculo (huelga, atascos, gente por todos lados, no parecían muy afectados). Pablo había conseguido aparcar en el parking y me proponía un nuevo plan. Él vendría caminando hasta donde yo estaba atascada, me traía los papeles y las llaves de su coche. Se quedaba con mi coche en el atasco hasta que pudiera llegar a la oficina. Yo me baja e iba al IMMF.
Bueno, parecía sencillo. Pablo llegó a mi coche, en midad de Gran Vía, hicimos el cambio de conductor, me contó el jaleo de papeles, fotocopias desordenadas y me explicó donde había conseguido dejar el coche para que yo lo pudiera encontrar y nos despedimos.
A tiempo llegué al IMMF y dejé el cúmulo de papelotes, ahora sí a una amable señorita. Fue entonces cuando me acordé de volver a tomar aire y respirar.
¡¡¡¡¡¡¡QUE ALEGRIA!!!!!!!
ResponderEliminaruN BESOTE MUY MUY GORDO Y GRANDE