Hace un par de días entré en la clase de 4 años para llevarme a un peque a evaluar. Como siempre que entro hay peleas por quien sale a "jugar" conmigo.
- Esta vez... vendrá Alejandro. Me ha dicho la profe que hoy ha trabajado ¡fenomenal! - dije buscándole con la mirada.
- Esta vez... vendrá Alejandro. Me ha dicho la profe que hoy ha trabajado ¡fenomenal! - dije buscándole con la mirada.
Alejandro se levantó de un salto de su silla, puso cara de felicidad, me dio la mano y salimos del aula.
Comenzamos a recorrer el pasillo camino de mi despacho. Cruzamos una mirada sonriente, reparo en su cara un instante y me doy cuenta de que tienen una tirita en la frente. Como yo soy muy cotilla, le pregunto:
- ¿Qué te ha pasado, Alejandro?
Entrecortadamente me explica.
- Que mi hermana se ha caido y se ha hecho una herida en la frente.
- ¿Tú hermana? ¿Ah, sí? Pobrecita... - e insisto- ¿y tú también te caise?
- No, fue mi hermana.
Y yo "erre que erre":
- Pero ¿te hiciste una herida tu también?
El continúa sonriendo:
- No, sólo mi hermana. - dijo sin cambiar el gesto.
- Ah... tú te pusiste la tirita por solidaridad ¿verdad?- pregunte esperando que se extrañara de mi pregunta.
Alejandro asintió con la cabeza, dando por contestada la pregunta y dejándome muda.
No creo que entendiese lo que dije, o tal vez no entendió la palabra pero sí el significado de lo que quería decirle.
No creo que entendiese lo que dije, o tal vez no entendió la palabra pero sí el significado de lo que quería decirle.
Al principio, sonreí por dentro y no le di más importancia. Pensé, vaya, no se le puede poner la tirita a uno porque el otro también la quiere. Pero luego me paré a pensar un poco más.
Alejandro estaba orgulloso de llevar la tirita y sabía por qué la llevaba. No me dijo que tuvieses él también una herida, ni que le doliese. Verdaderamente la llevaba realmente por "solidaridad".
Qué bonito, ¿no os parece?
Las cosas pequeñas que nos hacen felices o que nos hacían felices cuando éramos más pequeños, deberíamos conservarlas siempre, ¿verdad?
Qué genial podernos parar a "escuchar" lo que le pasa al otro, ponerse en su lugar o "solidarizarse", poderse mostrar tal y cómo uno es o piensa y sentirse orgulloso de ello.
puesla verdad es que es bonito, siendo tan pequeñito y que ya haga eso por su hermana...quizás ella no se la quería poner y él se unio a su "dolor" poniendosela también...los niños tienen tanto que enseñarnos...
ResponderEliminarUn besote guapa.
Ester
Pues muy probable...
ResponderEliminarSí, los niños nos enseñan cada día... por eso me chifla mi trabajo, es el más bonito del mundo!!!
Del que aprendo cada día, me río cada día, sufro cada día, me quieren cada día, me disgustan cada día, me soprenden cada día, me emocionan cada día, me han reflexioanr cada día... se puede estar más viva con un trabajo así?
Un besote linda!
Hola Meri, qué bonito la verdad!!, me encanta oir cosas así, deberíamos todos pararnos de vez en cuando a 'escuchar' que buena falta nos hace a todos.
ResponderEliminarUn beso
Toda la razón, Susan! Hay una historia que quiero colga respecto a la "escucha" de la que hablas.
ResponderEliminarMe la pasó un compañero psicólogo que está impartendonos un curso.
Te la debo!!!
Un beso!
Si Meri, cuélgala que quiero leerla o por correo, que de paso te dejo. s.blanco@mailpersonal.com
ResponderEliminarun besote, guapa!!
Susan, tus deseos son órdenes!!! ja, ja, jaaaaa... te la acabo de publicar en el blog. Ojalé te guste!!!
ResponderEliminarBesazo!